"Si alguna vez dudaba, llamaba a Ruth. Ruth, que se había mudado de un cuarto minúsculo a un estudio del tamaño de un cuarto minúsculo en el Lower East Side. Ruth, que seguía tratando de encontrar la manera de escribir lo que veía, y lo que había experimentado. Ruth, que quería que todos creyeran lo que ella sabía: que los muertos realmente nos hablan, que, en el aire que rodea a los vivos, los espíritus se mueven, se entremezclan y ríen con nosotros. Son el oxígeno que respiramos."
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