lunes, 20 de octubre de 2014

Finales ¿felices?

Dicen que toda historia tiene un final feliz, y que si la tuya aún no lo tiene, es porque no ha llegado a su fin.

Siempre fui de esas que nadie se para a mirar, porque pasan desapercibidas entre la gente. De esas que fingen que no necesitan su final feliz, que los finales felices para ella no existen. Una más.

Y llegas, y me rompes los esquemas.
Tú.
Y tus ganas de comerte el mundo.
Y esa capacidad de darle la vuelta a todo con una simple sonrisa.
Tú.
Y tú sencilla y a la vez compleja forma de afrontar las cosas. De enfrentarte a todo y a nada. De ser capaz de mandar en segundos a la mierda a todo aquel que trastoque tu perfecto equilibrio, pero siempre conservando aquello que vale la pena, eso que es tuyo, que vale la pena amar y sufrir.
Haces fácil el problema más complejo, soleado el día más gris.

Siempre creeré que los finales felices no existen, no soy la princesa de un cuento de hadas y nunca lo seré.
Pero se puede luchar por ser un poco mejor, se puede vivir con una sonrisa en la boca. Pensando que si el hoy es difícil, mañana lo será un poco menos. Que detrás de cada decepción, viene una lección aprendida y que siempre te vas a tener a ti mismo y no puedes permitirte perderte. Que los amigos van y vienen, pero que eres tu quien decide cuanto esto te afecta y cuando te di puedes perder en cada una de esas perdidas.

Y ojalá, ojalá, tu estés cada uno de esos días a mi lado. Porque si puedo seguir disfrutando de esa sonrisa, si puedo escuchar tu risa entre mis labios una vez más cada tarde de verano, o escribirte mil y un versos, todo será mucho más fácil.